viernes, 22 de julio de 2011

Guión y Dirección: Enrique Stavron. Producción: Stavron Films. Montaje y Sonido: Martín Paniagua. Elenco: Carlos Castiñeiras, Caroline Hilf, Aurelie Rimbaud, Aurelie Rimbaud, Lorenzo Quinteros, Adolfo Aristarain, Miguel Fontes, Melina Bursuk, Mabel Bourbotte, Carla Bergonzi, Lech Leszek, Alejandro Sisco. Duración: 82 minutos

A medio camino entre el documental y la ficción, Stavron propone una mirada diferente de la vida; es la visión de las cosas que tiene Carlitos, el protagonista de una historia mitad verdad, mitad construida.
Otra vez el director pone el foco en las relaciones entre los personajes. Esta vez el protagonista es  un personaje sensible, simple y transparente. A pesar de su corta edad –que aunque no está explicitado ronda entre los 22 y 27 años- Carlos sufre por el abandono de su padre, a quien busca desde hace años, y que pesa en él más de lo que su propia espalda puede cargar. Se siente solo, le cuesta relacionarse con las mujeres y por eso busca compañía en donde sea: en el chat, en la heladería en la que trabaja, en la calle… y cuando el amor parece asomarse para él, otra vez desaparece y debe volver a empezar. Una fuerza interior envidiable es la que permite al joven seguir siempre hacia adelante, pese a todo.

Si bien el argumento es bastante lineal en su forma, hay una fragmentación que permite al director contar una historia adentro de otra. Así podemos saber quién es Caroline, la chica gótica que pertenece a una secta y que enamora al protagonista. También el tío de Carlitos tiene un pasado oscuro, que el director muestra a través de fragmentos de un largometraje suyo que está inconcluso, y que guardó durante dieciocho años. Los inserts dan un toque de humor a lo que en la realidad es la muestra de una vida decadente. El padre del protagonista, en cambio, se presenta a través de escenas oníricas en las que un enano sentado en un rincón extraño fuma una larga pipa, y entre la nube de humo que emana de ella habla con una voz que parece provenir del más allá. Una atmósfera misteriosa envuelve estos fragmentos que vienen a la mente del protagonista una y otra vez.

En El maravilloso mundo de Carlitos hay huellas recurrentes de Cada Segundo, el corto que el director realizara el mismo año. El tema de la búsqueda y de las relaciones entre los personajes (aunque no tan polisémicas en este film); la música, de mucha liviandad en ciertos momentos pero de mucho peso en otros, y que transmite una fuerza impactante. También el agua, que en este caso es lugar de reflexión y de encuentro. Una fuente, el río, la que está en los vasos; es elemento purificador, aclarador de los sentimientos, los pensamientos, de los momentos mismos.

Los ambientes elegidos además ponen énfasis en la personalidad de cada uno de los personajes. El cementerio es un lugar lúgubre, tenebroso, fácilmente identificable con lo desconocido; es el alma misma de Caroline. Los parques, las calles arboladas que recorren Carlitos y la fotógrafa francesa –Aurelie- son frescos, iluminados, claros, como la relación que va creciendo entre ellos. La casa del protagonista y su madre se ve pequeña, sencilla, modesta, como los que la habitan.

Otra vez y como parte del sello propio de Stavron, el film dispara más de una lectura. La primera es la de la historia del chico que busca relacionarse –lo hace básicamente a través del chat- con el sexo opuesto. Aunque conoce mujeres de diferentes edades y logra despertar amor en ellas, las relaciones no llegan, por una u otra razón, a buen puerto. La segunda es un poco más rebuscada pero no por eso imposible. Carlitos es bueno, transparente, ingenuo y un poco inmaduro; es un poco lento, incluso hasta tiene dificultades para expresarse. La única mujer con la que tiene una relación verdadera es su madre –maestra jardinera, lo cual no es menos significativo-. Sin embargo conoce a Caroline y a Aurelie. La primera es una chica misteriosa, oscura a quien le atrae la muerte; pertenece a una secta y se acerca al protagonista porque necesita un padre para concebir un hijo. Caroline se da cuenta de la inocencia de Carlitos, se apena de él y, con la excusa de un reencuentro con su padre en Alemania (a quien desde niña no ve) se aleja del chico. El abrazo de la despedida –semejante al del corto antes mencionado- lo confirma con su frialdad. Aurelie, en cambio, es más espontánea y su intención es simplemente relacionarse con alguien que la haga sentir bien. Pronto se da cuenta de que con Carlitos no llegará muy lejos, por lo que inventa la fantasía de ser hermafrodita. Así logra ahuyentarlo fácilmente y seguir su camino.

Con mucha delicadeza y ternura, a través de diálogos espontáneos, de guiños cinéfilos y de momentos que transcurren con naturalidad el director muestra, acompaña y crea parte de esta historia; la otra parte es la realidad misma. Es allí en donde reside la mayor riqueza de este film.

FUENTE: María Eugenia D’ Alessio - http://escueladeespectadores.wordpress.com/2010/07/26/el-maravilloso-mundo-de-carlitos-por-maria-eugenia-dalessio/


PROYECCION: DOMINGO 14 DE AGOSTO - 19HS

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